La historia de Adrián es una de esas historias que te hace creer en la vida y en las buenas personas. Para ponerte en situación debo empezar por el principio, por una tarde de agosto en un pueblito castellano manchego llamado Herrería, en plena preadolescencia. En ese momento conocí a mi queridísima Bea, la que no sabía que se convertiría en mi AMIGA.
A ese momento le sucedieron días, veranos, años de amistad y buenos momentos. Bea vivía en Zaragoza y yo en Barcelona, cartas, algunas visitas y sobretodo veranitos en Herrería, en buena compañía, amigos… y novietes jijiji nos hicimos mayores, Bea se trasladó a vivir a Madrid; boda, niños, primero nació Mario y a los años Adrián, un embarazo estupendo, vigilando la tensión y poco más. Adrián nació un 31 de Marzo de 2013 y a los pocos días de estar en casa volvieron al hospital porque sus papis se dieron cuenta de que algo no funcionaba bien. El diagnóstico fue demoledor: – Hasta aquí hemos llegado, Adrián tiene un fallo intestinal. Y tanto que fue demoledor!!! Nunca lo dejaron, aunque creyeron que no pasaría de esa noche. Este dato que te voy a contar, puede parecer macabro, pero es parte de la historia y de una de las cosas que te mencionaba al iniciar mi relato: las buenas personas. Con ese diagnóstico tan demoledor y con Adri en vida, sus padres preguntaron si podían donar los órganos de su hijo, les dijeron que no era factible, la cantidad tan elevada de medicación que le habían suministrado lo hacía imposible.
Milagrosamente pasó esa noche, la siguiente y la siguiente, días de UCI, intervenciones intentando que esas pequeñas células que iban creciendo en ambos extremos del poquito intestino que pudieron salvar, no dejaran de hacerlo y así poder conectarlo de nuevo hasta la llegada de un trasplante. Adrián nos ha dado una lección de vida y a mí especialmente, me dio valor. Poco podía hacer a 600 kilómetros de distancia, ni allí cerquita tampoco, la verdad. Digo me dio valor porque en esa época la ansiedad me llenaba de miedos, me vi de repente comprando un billete de avión, viajando hacia Madrid y llegando al hospital, donde pude darle un abrazo a mi amiga y decirle que ahí estaba para lo que necesitase. Fue muy duro ver a Adrián y al resto de peques en la UCI, cada historia era una conmoción, esa visita me hizo ver que los problemas del día a día no lo son tanto, que hay personitas luchando por su vida y padres que no saben qué va a ser de ellos. Al llegar a Barcelona, esperando la maleta, mientras la cinta transportadora giraba, pasaron en imágenes esos días que había pasado en Madrid, lo que había visto, esa ansiedad no podía controlarme, ni impedir hacer cosas, ese fue mi “clic”.
Consiguieron poco a poco y después de muchos meses en el hospital que Adrián pudiese alimentarse a través de una vía de alimentación parenteral y así volver a casa, aprendió a caminar unido a ella y a vivir su día a día. Llegó el día de la llamada, la llamada del miedo y la esperanza, había un donante para Adri, otro peque tuvo que fallecer para que esa llamada se produjera. Un acto de generosidad ENORME en el peor momento de la vida de unos padres, el universo les devolvió a los papás de Adrián ese mismo gesto, cuando ellos preguntaron si podían donar los órganos de su hijo. Muchas horas de intervención, no solo había que sustituir el intestino, fue un trasplante múltiple, 6 órganos. A partir de ese día, más días en un hospital con pasitos pequeños pero hacía la recuperación. Durante todo ese proceso conocieron a NUPA, Bea vio la ayuda que necesitaban las familias que no tenían la suerte de tener un centro de referencia para esa enfermedad cerca de su casa como ella, familias que tenían que separarse para que uno de los padres viajaran a Madrid, al hospital La Paz con el peque enfermo y otro quedarse en su ciudad de origen, con otro hijo o por trabajo. Se implicó con la asociación y por consiguiente todo su entorno también lo hicimos. Adrián a día de hoy es pura energía, sabiduría, alegría, entusiasmo, da gusto verlo, hablar con él, contemplarlo. Sigue con sus revisiones, su medicación a raja tabla. Si una cosa es importante, es la investigación, intentar mejorar la calidad de vida de peques como Adri.
Cuando pusimos en marcha Can Maru teníamos claro que seguro algo podíamos hacer para ayudar, Ramón creó la pizza Adrián, tenía que ser algo especial, algo que significara. Tenía el recuerdo de un bocata que comía cuando íbamos a casa de mi prima Laura, en San Andrés de la Barca, un bocadillo de pollo, nueces y piña que le encantaba, pensó en ese bocata cuando creaba la pizza Adrián, en los buenos recuerdos que le traía y el cariño. A partir de entonces, por cada pizza Adrián que sale del horno nosotros donamos 1€ a Somos Nupa e intentamos ayudar o colaborar en lo que podemos. Casualidades de la vida inauguramos Can Maru un 31 de Marzo, el mismo día que cumple años Adrián. La inauguración tenía que ser una semana antes pero mis padres viajaban al cabo de año de mi abuela a Santiago de Compostela y yo no podía inaugurar sin mis padres, claro! Así que el destino quiso que así fuese y que cada 31 de Marzo, la celebración sea doble.
Te quiero mi Beita.
Patricia.